12 abr 2016

En la ducha

Le despertó el agua de la ducha cayendo, se giró en la cama comprobando que se encontraba sólo por lo que debía ser Katrina la que se estaba duchando.
Medio somnoliento pensaba en su amiga, la conocía desde hacía meses, pero esa fue la primera noche que pasaba con ella, pensaba en su largo y ondulado cabello de un amarillo anaranjado que le cubría unos voluptuosos pechos de piel clara aunque bronceada, con unas pequeñas aréolas de cuyo centro emergían unos pezones erectos como punzones. La cintura estrecha se ensanchaban convenientemente en las caderas, unas tersas y redondeadas nalgas constituían un culo perfecto.






Entre el sopor y la imaginación, observó como la sabana se izaba por la excitación que sentía, se levantó y se fue al cuarto de baño. El vaho cubría el espejo, una sensación de ahogo se apoderó de él, pero era más su deseo. Sobre una pequeña mesita había un reproductor de mp3 conectado a unos mini altavoces, la música se encontraba bastante elevada confundiéndose con el agua cayendo.
Tras la mampara opaca observaba el cuerpo de Katrina contoneándose bajo el agua de la ducha. Abrió levemente una parte de la mampara y se introdujo en la bañera, ella no se dio cuenta debido a que se estaba enjabonando la cabeza y tenía los ojos cerrados.
Se le acercó y le besó el cuello con suavidad, la reacción de ella fue la de girarse, pero él la sujetó impidiéndole que lo hiciera. Comprendió la excitación que tenía Marcus al sentir el falo rígido apoyado en sus nalgas, se aferró a ella y al unísono le besaba el cuello, se lo chupaba, lamía y le acariciaba los pechos, los pezones que cada vez estaban más erectos.
Mientras una de las manos acariciaba los pechos sin distinción, la otra se deslizaba por el costado hasta alcanzar el sexo, todos los dedos unidos recorrían la vulva hasta llegar al ano para una vez allí retroceder levemente hasta el monte de Venus. En una segunda pasada, los dedos corazón y anular se adentraban entre los labios, rozando el clítoris, bordeando la entrada a la vagina hasta nuevamente el ano y retroceso.
Ella abría las piernas para permitir un mejor acople de la mano por todo su sexo, el clítoris emergente era acariciado con la yema del dedo corazón y le provocaba espasmos de placer.
Sin volverse, le tenía aferrada el bálano, suavemente le acariciaba el glande con los dedos, él le chupaba los lóbulos de las orejas, se los mordisqueaba mientras comenzaba a penetrarla digitalmente, el dedo corazón se adentró en la gruta acuosa y candente sin ningún impedimento, por lo que fue acompañado por el anular en la incursión por el foso ardoroso.
El placer la hacía incitarse, brindándole con generosidad sus nalgas que las apretaba contra el falo erecto. Le levantó una pierna y la apoyó en el borde de la bañera, entonces se deslizó con las manos apoyadas en las caderas hasta quedar arrodillado, le acercó la boca al sexo, un sexo excitado y fogoso, el agua caliente se confundía con la humedad interna, la lengua viperina se adentraba sin remedio en la vagina, retrocedía y punteaba con la punta un clítoris cada vez más evidente, lo que propiciaba a que se lo mordiese con tibieza. La lengua seguía su recorrido, al rozarle el puente del periné, le hizo cerrar las piernas aprisionándole levemente la cabeza, la excitación era sublime. Con las manos en ambas cachas las abrió para bordear con la punta de la lengua el ano, el agua se deslizaba por toda la espalda adentrándose en el ano junto con la lengua.
Katrina apoyó con firmeza las manos en la pared al sentir como se adentraba en su vagina el pene de Marcus duro como la roca, caliente como la lava de un volcán. Con su brazo le elevaba aún más la pierna para facilitar la penetración, despacio, muy lentamente entraba en ella una y otra vez. Tras cada empuje, le extraía el miembro completamente para que volviese a sentir como el glande se abría paso en la vagina para adentrarse en ella.
Jadeos, espasmos, gemidos, gritos y una sacudida de placer que la embargó mientras él continuaba penetrándola hasta que un estallido de gozo y pasión hizo que la abrazara con tal fuerza que ambos parecían un solo ser.
La letra de la canción que se escuchaba decía que “no hay nada mejor que tener tu sabor corriendo por mis venas, y es que no hay droga más dura que el roce de tu piel”. Quedaron abrazados bajo el agua caliente de la ducha. Le despertó el agua de la ducha cayendo, se giró en la cama comprobando que se encontraba sólo por lo que debía ser Katrina la que se estaba duchando.

4 comentarios:

  1. hola amiga Ana ya me tienes suscrito en tu bog gracias y que pases buen fin de semana besosss

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    1. Hola lopezniusic Gracias a ti es un placer tener los amigos cerca
      FELIZ FIN DE SEMANA
      Besos

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  2. Anónimo18:59

    buen dia ,,excelente tu relato,,felicitaciones bella

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  3. Muchas gracias. Un saludo

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